El destrono de México en la CONCACAF

La comunidad del fútbol mexicano había temido plantear un panorama en el que México no fuera el más grande de la Confederación de Fútbol del Norte, Centroamérica y el Caribe, esta región que para algunos es una de las peores del mundo, que no ofrece competencia para la clasificación del mundial, y en la que se menosprecia cualquier logro. Se nos tenía acostumbrados a nosotros, los mexicanos, a ganar todos los títulos: Copa Oro, Concachampions, y cualquier otro torneo que se inventaran. La Liga MX competía a muy buen nivel contra equipos de Sudamérica en la Libertadores, por lo que llegaba un equipo de la MLS, recién creada en 1993, y no podía plantear cara.

Todo era bello, hasta que empezaron, gradualmente, las sorpresas. Eliminaciones en Copa Oro, como la sufrida contra Panamá en 2013 o Jamaica en 2017, la infame clasificación al mundial de Brasil 2014, y los constantes descalabros que sufre la selección mexicana contra los estadounidenses (junto al ya simbólico 2-0). Poco a poco se ha visto como el fútbol de la zona crece, mientras que el de México entra en un periodo de incertidumbre.

Este proceso no solo radica en los resultados, ya que es también una cuestión del apoyo a las promesas nacionales y el planteamiento de proyectos a futuro, junto a la ya famosa renovación generacional que tienen que sufrir selecciones y clubes. México sigue estando muy detrás de Argentina y Brasil en fútbol base, pero Estados Unidos está a punto de rebasarnos (si es que no lo hizo ya). Como plantearon mis compañeros en el Más Allá de la Cancha #2, Leagues Cup y la relación entre MLS y Liga MX, el mexicano está siendo sobreevaluado económicamente porque los directivos están poniendo el dinero por encima del desarrollo del fútbol en el país.

Para ejemplificar este problema, aquí van unos datos sacados de Transfermarkt. El Betis pagó 14 millones de euros por Diego Lainez, a pesar de que estaba tazado en 1.5 millones por la plataforma al momento del traspaso. Lo mismo en el caso de Néstor Araújo, que encima llegó al Celta de Vigo con 27 años, y se pagaron 7 millones de euros por él, cuando estaba tazado en 2.8 millones nada más. Hay muchos casos más, como la reciente compra de J.J. Macías por 10 millones, además de que son contados los casos en que algún mexicano que se va desde categorías inferiores y triunfa en el Viejo Continente.

En el caso de la selección de las barras y las estrellas, los pilares del equipo, los jóvenes que juegan en Europa, como McKennie, Pulisic y Gio Reyna, todos se fueron sin costo alguno a las canteras del Schalke 04 y Borussia Dortmund. Por Tyler Adams, el Leipzig pagó 2.63 millones, cuando estaba tazado en 4.5 millones de euros; y en el caso del que considero el mejor jugador de la Concacaf de los últimos 2 años, el canadiense Alphonso Davies, el Bayern pagó 10 millones de euros por una estrella mundial que ya vale 70 millones, y que, además, fue formado en la MLS.

No me cabe duda de que México seguirá siendo, si no el mejor, uno de los 2 o 3 mejores equipos de la Concacaf, y un equipo que siga peleando por los octavos de final de la Copa Mundial. El problema aquí radica en que para muchos (incluyéndome), este conformismo es muy peligroso para las aspiraciones y potencial de nuestro fútbol, y es consecuencia de un sistema mediocre, que se está estancando, y que solo sale a flote gracias a la población y cultura futbolística en México. El panorama pinta mejor para países con menos tradición como Estados Unidos, que ha encontrado en el apoyo a jóvenes promesas (y su posterior ingreso a canteras de países con gran fútbol, como Alemania) su solución a mediano y largo plazo, para poder competir en la actualidad, y tener un gran proyecto de cara al Mundial 2026.

Es indignante que siendo el 5to deporte más popular en su país (incluso detrás del hockey), los gringos nos hayan podido nuevamente superar en otra disciplina, que es la más seguida en nuestro país, y que ya incluso copiemos el no descenso de la MLS. El fútbol mexicano ahora mismo no tiene rumbo, y si queremos volver a reclamar el título de Gigante de la Concacaf, se tiene que hacer un cambio desde la raíz.

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