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La importancia de hacer pesar la localía

 

La última jornada de las eliminatorias en CONCACAF fue desastrosa para el equipo mexicano. Podemos hablar por horas de las razones por las que la selección nacional no ha mostrado suficiente fútbol rumbo a Qatar 2022, pero si algo se notó en las dos derrotas del Tri, fue que, aparte de dar pena y mostrar mal fútbol, la localía de sus rivales pesó, y mucho.

Estados Unidos, tras haber perdido en Columbus (ciudad donde nació la maldición del “dos a cero”), movió su sede para el clásico de CONCACAF a Cincinnati (a unos 170 kilómetros de distancia) e hizo los ajustes necesarios para que sus jugadores tuvieran la mayor ventaja posible. De por sí, hacer el viaje de México a Ohio es difícil, ahora con el bloqueo de boletos a la afición visitante y temperaturas rozando los 0 grados centígrados, las condiciones estaban puestas para que México tuviera todas las de perder, caso que lastimosamente sucedió por dos goles a cero. Tercera derrota consecutiva del Tri en suelo estadounidense en la que parece ser se convertirá en la nueva sede del clásico de la zona para las eliminatorias.

Y para colmo del Tata (a quien ya se le había visto sufrir por el clima en EE. UU.), su equipo tuvo que viajar más al norte para aterrizar en Edmonton, Canadá. Una ciudad que en esta época del año alcanza los -10 grados centígrados (nada nuevo para los canadienses) y con el Commonwealth Stadium cubierto de nieve, fue el escenario perfecto para que el combinado de la hoja de maple se quedara con el primer lugar de las eliminatorias y dejara a México en tercero, empatado con Panamá en puntos, pero sólo evitando repechaje por diferencia de goles.

Y a todo esto, ¿por qué México no busca hacer lo mismo? Bueno, primero supongamos que la FMF no fue sancionada por el grito y puede jugar con afición, ¿dejas el partido en la capital o lo mueves a una sede con condiciones más complicadas para el rival? Si bien se supone que la altura de la Ciudad de México es un factor por el cual se juega ahí, los últimos partidos en el Azteca no han mostrado que dicho factor tenga efecto alguno en el rival, por lo que se podría pensar en jugar en lugares como Toluca, donde la altura supera por más de 300 metros a la capital, o en Monterrey, ciudad conocida por sus altas temperaturas gran parte del año y con un estadio moderno que nunca ha tenido a la selección en su campo. Buscar cambiar la hora del partido a una más temprana tampoco estaría mal, ya que, si bien no todos los jugadores mexicanos están acostumbrados al calor de las 3 de la tarde, para enfrentar a equipos como EE. UU. y Canadá (que hoy en día te están superando futbolísticamente), las altas temperaturas serían de mucha ayuda en el juego físico y mental.

La única ocasión en la que la selección lleva a su equipo principal y juega en territorio nacional es cuando hay eliminatorias mundialistas, pero desde hace mucho tiempo que solo se limitan a jugar en Ciudad de México, pero gracias a cosas como el grito homofóbico y las que trae como consecuencia, su estadio y afición han perjudicado más al equipo nacional que otra cosa.   

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