Barbie: la película que intenta ser todo y falló con éxito
Los disfraces de Barbie en esta temporada ha dado nueva vida a una película ambiciosa y polémica.
Alejandra Partida Vital
La película de Barbie, y particularmente la narrativa feminista que aborda, es tan contradictoria como sus muñecas.
Barbie revolucionó la forma en la que las niñas en casi todo el mundo experimentamos nuestra infancia; cuando antes jugábamos con bebés para irnos preparando para ser mamás, de pronto imaginábamos nuestro futuro como adultas y nos decían que podíamos ser lo que quisiéramos ser. Esto es, siempre y cuando entres al estándar de belleza de Barbie–ser blanca, bonita, rubia, y con un cuerpo esculpido que es anatómicamente imposible.
De la misma forma, el feminismo de Barbie es una expresión de la llamada “quinta ola feminista”, pero, lamentablemente, sólo recopila los discursos de la rama blanca liberal, y carece de profundidad. Hablamos con Vanessa Robles, quien trabaja en el Centro Universitario para la Dignidad y la Justicia en el ITESO, y quien nos comentó al respecto: “En todo caso sería un feminismo capitalista terrible porque es un poco contradictorio. Barbie aborda algunos reclamos que han hecho los feministas desde hace un chorro de tiempo, pero hasta ahí; no profundiza y no hace más.”
Sin embargo, hay que reconocer mérito donde se merece, y la película de Barbie, incluso con todo lo mencionado anteriormente, logró ser tal fenómeno cultural, que se abrió un debate público sobre la narrativa feminista que aborda. A pesar de que la película, como bien dice Vanessa, “no es ni feminista, ni radical,” el hecho de que haya instigado tantas opiniones fuertes y duras declaraciones sobre el odio o amor que las personas sintieron hacia ella, nos deja ver varios fenómenos curiosos sucediendo simultáneamente. Lo primero es que Barbie cumplió su objetivo, y luego un tanto más, recaudando un monto extraordinario de 1200 millones de dólares a nivel mundial (y ahora convirtiéndose en uno de los disfraces favoritos de la temporada).
Desde el principio, la campaña promocional para Barbie buscó causar una disrupción y posicionarse a sí misma como una película que buscaba atraer a todo tipo de público, incluso al público que se sabía que saldría muy confrontado del cine. Y con este público, me refiero a los que les incomoda ver representado en Barbie al epítome de la masculinidad frágil. La reacción tan desatadamente fúrica de este público revela a una sociedad polarizada y peligrosamente inclinándose hacia la extrema derecha y los grupos anti-derechos.
Margo Robbie, quien actúa como la Barbie estereotípica en la película, dijo en una entrevista con Vogue que estaba consciente sobre el hecho de que hay personas que no sólo no les gusta Barbie, sino que también la odian activamente, pero que aun así, ella pensaba que esta película es para todos, ya que trata sobre lo que significa ser no sólo una niña o una mujer, sino que trata sobre ser humano: “Las personas inventan cosas como Barbie y el patriarcado para lidiar con lo incómodo que es ser humano”, comentó Margo en otra entrevista, declarando que esa es su frase favorita de toda la película.
Además de confrontarnos con la realidad de ser humanos, Barbie también nos confronta con una cruda representación de los estereotipos de género y lo que significa ser “mujer” o ser “hombre”, o más bien, ser una “Barbie” o ser un “Ken”. Claro que la película no tocó el tema del género no binario, ni el hecho de que el género es una construcción, pero esa es una discusión que merece su propio análisis.
Durante décadas Barbie ha sabido venderse (por Dios, Mattel ha tenido éxito vendiendo muñecas desde 1959), y es justo esa particularidad la razón por la cual el discurso feminista se encuentra tan diluido en la película. “Tiene un discurso comercial muy ad hoc con los tiempos, porque en el feminismo es lo de hoy. Barbie tenía un montón de broncas por el tipo de cuerpo que propone y por el tipo de ropa que propone y por el tipo de actividades que propone, y creo que Mattel aprovechó esta tendencia de esta discusión que ya se volvió global,” plantea Vanessa Robles. Esta popularidad es un arma de doble filo, ya que, por un lado, las raíces capitalistas de la muñeca y el hecho de que esta película fue hecha para hacerle millones a Mattel, nos deja con una conversación muy rebajada y empaquetada en un solo producto muy vendible, pero también, con esto logró llegar a las personas que necesitaban justamente un producto así para empezar a confrontarse con estos temas.
El efecto de Barbie no sólo ha venido de parte de los hombres; desde su estreno, han habido mujeres que cuentan cómo la película les hizo darse cuenta de muchas experiencias que ellas normalizan pero que ahora se cuestionan, y muchas que también aseguran que ahora saben reconocer mejor los micromachismos. Tanto así, que hasta se creó el fenómeno del “Barbie test”, donde las mujeres ponían a prueba a sus parejas llevándolas a ver Barbie y pasarlas o reprobarlas basándose en su opinión de la película.
Sobre ser hombre, Barbie empezó a deconstruir la masculinidad tradicional cuando Ken llega al mundo real y descubre el patriarcado. Regresa a BarbieLand con una obsesión por los caballos, los deportes, la carne, y a robarle sus hogares y trabajos a las Barbies, y, eventualmente también sus puestos en el gobierno. Detrás de estos chistes sobre lo masculino estereotípico hay un trasfondo de machismo real escondido en estos simbolismos. Se critica al capitalismo en la forma tan consumista en la que empieza a actuar Ken, y esto se confronta mostrando la estrecha unión entre el nuevo sistema de Barbieland y el patriarcado en la vida real cuando llegamos a Mattel y nos damos cuenta de que todos los que controlan la empresa y a las Barbies son hombres blancos. La escena en que los Kens duran varios incómodos minutos cantándole a las Barbies en la playa es una representación de cómo los hombres callan a las mujeres por sólo quererse escucharse a sí mismos.
Algo que también parece haber molestado a los hombres, pero que al parecer nadie sabe cómo nombrar, es la representación de la homoeroticidad en el patriarcado. En la escena cuando los Kens están peleando por las Barbies y montan un número musical mientras ellas están ejecutando su plan de retomar el gobierno, es claro que a quienes los Kens quieren impresionar no es a las Barbies, sino a los otros Kens. El personaje de Ken estereotípico, interpretado por Ryan Gosling, pasa toda la película compitiendo con otro Ken por estatus; esto demuestra cómo en el patriarcado, aunque los hombres presumen a las mujeres que tienen, los Kens tienen a las Barbies manipuladas y en realidad las quieren sólo como eso, un objeto; en quienes en realidad depositan su respeto y a quien más le dan importancia es a la opinión de los demás hombres.
Al preguntarle a Vanessa sobre a qué, entonces, atribuye la polarización del debate feminista en torno a la película de Barbie, ella respondió: “su controversia es esa, que los hombres machistas de esta sociedad se vieron proyectados en Ken, y los que no han leído de feminismo piensan que esta es una película feminista radical.”
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