Fragmentos urbanos fue una exposición inaugurada por los compañeros del PIP Digital, de la licenciatura en Arte y Creación del ITESO, el sábado 26 de abril en el Museo del Periodismo y Artes Gráficas. La línea curatorial en la que se desplaza esta exposición es concisa: las tensiones territoriales e históricas (y eventualmente sociales) que atañen a Guadalajara. Es una recopilación de intervenciones de archivos físicos, digitales, fotográficos, cartográficos, etcétera. El punto de las obras es mostrar las consecuencias del paso del tiempo, la gentrificación y los cambios en las dinámicas humanas. Considero que es una conversación pertinente y que algunas de las obras logran llevarla (aunque sutilmente) a lugares profundos.
El común denominador en todas las obras de esta exposición es el cambio físico e histórico de los lugares del centro de Guadalajara, como en Paralimpesto urbano, pieza de Diego Aponte, Florencia Arciniega, Julieta Orona y Elisa Rizo. Se trata de ver el centro de Guadalajara como si fuese un manuscrito antiguo que permanece, pero tiene huellas del borrado de una escritura anterior. Esta instalación con proyectores muestra lo que parece ser el templo San José de Gracia, con los cambios de dinámicas del lugar más recientes. ¿Podemos pensar en un edificio neoclásico con un Starbucks? Qué irónico que los espacios arquitectónicos, considerados como bienes públicos, terminen adaptándose a las dinámicas de una transnacional. Podemos hablar, inclusive, del excesivo gasto gubernamental al observar el carrusel de 26 millones de pesos afuera del templo.
La segunda obra que me parece pertinente es una instalación sin título hecha por María Escoto, Santiago Elenes y Jules, que, a partir de renders digitales y fotografías, recupera elementos del centro de Guadalajara: fragmentos de edificios públicos, negocios antiguos e intervenciones de la sociedad civil. Este tercer elemento es el más importante para entender los cambios en las dinámicas sociales: el grafiti y las fichas de búsqueda de personas desaparecidas como intervenciones a los espacios comunes, en queja de las condiciones sistemáticas que nos atañen. Estas demostraciones configuran el paisaje físico y social de nuestra ciudad.
Hay una tercera pieza que se sale de los medios mayoritarios de la exposición. A-bordando la ciudad es una manta bordada con el mapa de la zona centro, las coordenadas de la Catedral, el año de fundación y un pequeño texto de carácter poético que dice:
Recorro y corro, busco a través del impulso, observo y veo, encuentro y comento que en el centro el comportamiento ha cambiado, las personas que encuentro caminan la calle con otro tipo de sentimiento.
Esta pieza, aunque no recae en los medios digitales que definen la exposición, hace sentido con el resto de las obras colocadas en la sala del MUPAG.
Montserrat Covarrubias, Fernanda Partida, Jules, Ámbar Marena y Diego Aponte ambientaron la sala con un paisaje sonoro que no se benefició por las características acústicas del lugar. Es una recolección de sonidos inherentes a la zona centro de Guadalajara. Alcancé a escuchar muy poco de ese paisaje, dado que el sonido de las conversaciones del pasillo le ganaban. Pude percibir el sonido de ciertas aves que se encuentran típicamente en un entorno urbano, como zanates o palomas. El audio se reprodujo a un volumen muy bajo y, combinado con el ruido de la gente y el eco del espacio, me resultó difícil percibir todos los elementos mencionados en la ficha técnica.
Si bien la exposición tuvo algunos errores o circunstancias poco ideales a la hora de exhibirla, los aciertos que tuvo fueron más. Me parece que en algunas de las piezas se logró una poética muy interesante y un abordaje puntual, pero sutil, de los cambios históricos y de comportamiento de Guadalajara y su gente. La exposición abona a las conversaciones no resueltas de la gentrificación, la agencia política y social de los civiles y el paso voraz del progreso.
* El autor es estudiante de la licenciatura en Arte y Creación del ITESO.
* Más críticas en Con Todo Respeto.
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