Empiézala antes de que termine: la última temporada de My brilliant friend, la serie “más criminalmente infravalorada”
Con cada temporada de My brilliant friend tenemos una nueva iteración de las novelas de Elena Ferrante. Celia Filipetto, quien nos ha dado la maravillosa traducción del trabajo de Ferrante al castellano, nos da un vistazo hacia el proceso de transformar este mundo a un nuevo formato
Alejandra Partida Vital
En 2016, en España, Celia Filipetto fue ganadora del prestigioso premio Ángel Crespo por su meticulosa traducción del libro La niña perdida, con la que le dio voz a esta novela italiana para un público hispanohablante. Ocho años después, su trabajo resurge con la llegada a la pantalla de la cuarta y última temporada de la serie, My brilliant friend, la cual se estrenó en Max en septiembre de 2024. La historia sigue adaptándose, primero al pasar de un idioma a otro, y ahora en un formato audiovisual, pero manteniendo su esencia en todas sus versiones, ya que, como Celia señala, el mundo editorial y el audiovisual se rigen por reglas diferentes, pero el texto siempre es el punto de partida.
A medida que ha avanzado la serie, Filipetto ha observado de cerca cómo la obra en la que trabajó se traduce nuevamente en la pantalla. “He seguido con gran interés las tres temporadas de la serie y he visto dos capítulos de la cuarta”, comenta. “En mi opinión, cuantos han intervenido en ella han hecho un trabajo extraordinario. Quienes han leído la tetralogía revivirán en las cuatro temporadas de la serie si no todas las situaciones descritas en los libros, sí las más emblemáticas; a quienes no lo han hecho, ojalá les pique la curiosidad y acudan después a las novelas de Ferrante porque su lectura es una experiencia que a nadie deja indiferente”.
Apodada como la serie más “criminalmente infravalorada” de la televisión actual por la BBC, My brilliant friend es una adaptación al cuarteto de libros de las novelas napolitanas por la célebre y misteriosa autora italiana Elena Ferrante, cuya identidad se ha mantenido milagrosamente oculta aun en esta época de redes sociales y la pérdida de la privacidad. Y aunque existan especulaciones —gracias al trabajo de un cierto periodista que, a pesar de las críticas que recibió por su intento de desenmascarar a Elena Ferrante, se justificó diciendo que la fama de la autora le daba el derecho de publicar lo que muchos han llamado una invasión irrespetuosa a la privacidad de Ferrante—, aún ninguna fuente oficial ha salido a revelar la identidad de la autora. “El deseo de Elena Ferrante de mantenerse oculta no sólo es lícito sino incluso saludable y es muy anterior a su fulgurante éxito,” dice Celia.
Al preguntarle a Celia sobre cómo fue el proceso de traducción del libro de una autora al cual no tenía acceso, respondió: “Mi actitud frente a las obras que me encargan traducir es la de ceñirme al texto de partida, el texto lo contiene todo: los problemas y sus soluciones. Mi libertad frente a la obra la marca el texto y la única presión radica en que mi versión refleje lo mejor posible el fondo y la forma del texto de partida”.
Traducción y adaptación
A pesar de ser una de las series de libros más aclamadas por la crítica (incluso su último libro, La niña perdida, tiene más de siete páginas dedicadas a elogios de las novelas napolitanas que van desde The New York Times, booklist, o El País, hasta alabanzas de escritoras, actores, y críticos literarios), a la adaptación sorprendentemente se le sigue considerando una serie de culto. No se trata de que haya recibido malas críticas: como la periodista Clare Thorp lo explica, al ser una adaptación de uno de los libros más venerados de nuestro tiempo, la expectativa era incierta sobre si la serie televisada lograría captar la profundidad y los matices que vienen con una historia tan “profundamente arraigada al poder de la palabra escrita”.
Otro cambio importante en torno al uso del lenguaje que señaló Filipetto fue el de una inclusión del diálogo en el lenguaje napolitano de una forma mucho más predominante que en los libros.
“Como ya he dicho en El Trujamán, revista diaria de traducción: la presencia del napolitano en las obras de Elena Ferrante es mínima y siempre explicitada a través del italiano. Se trata de un recurso que ha inducido a más de un lector a pensar que en sus novelas hay mucho dialecto napolitano cuando en realidad no es así. Los personajes deben hablar en italiano o en napolitano según lo requiera la situación. En cualquier caso, las palabras de la serie reflejan las vicisitudes a las que Ferrante somete a sus personajes, y consiguen la magia de que el espectador se meta en la historia y se la crea”.
El enfoque en el lenguaje napolitano en la adaptación enriquece la autenticidad del contexto de Nápoles tras la Segunda Guerra Mundial, el cual está fundamentalmente arraigado a la evolución de los personajes. A lo largo de las últimas temporadas, hemos visto a nuestras protagonistas, Elena Greco (Lenú) y Lila Cerullo, luchando por su educación primaria al tiempo que crecían en un barrio marcado por la violencia —doméstica y criminal— y teniendo que enfrentarse a la dura realidad de ser arrebatadas de oportunidades por su situación de pobreza y el machismo que las rodea. Las vimos convertirse de jóvenes a universitarias, esposas y madres, a escritoras y amantes. Ambas moviéndose por la vida en paralelo la una de la otra, pero nunca de forma lineal.
Una nueva etapa
Al preguntarle a Celia sobre la situación en la que se encuentra Lenú entrando en este último cuarto de la historia, y las decisiones que la han llevado hasta ahí, comenta: “Lenú es una mujer de su tiempo, es una mujer inteligente que, a través del estudio, ha conseguido subir en la escala social. Pero nadie escapa a sus orígenes ni a su entorno social e histórico. Pese a ser una mujer independiente, madre de dos hijas, comprende que tiene una visión ingenua del amor perfecto y eterno. Es consciente de que se engaña a sí misma, pero, con el mismo tesón que dedicó al estudio y a la escritura, pone sus esperanzas en su amor por Nino, aunque en el fondo sabe qué tipo de persona es y cómo terminará su relación”.
“Una madre separada, con dos hijas y tus ambiciones debe enfrentar la realidad, y decidir a qué puede renunciar y a qué no”, fueron las palabras que le dijo Adele, la suegra de Lenú, cuando la confrontó sobre su situación en el primer capítulo de la cuarta temporada, y es ahí donde podemos ver la disonancia cognitiva en la que se encuentra Lenú con respecto a Nino, y a su vida laboral y familiar.
Las ambiciones de personajes como Lenú, Lila y Nino han sido una fuente de la rivalidad intelectual que vemos estallar en conflictos entre estos tres personajes, y que los interviene tanto en lo político como en lo personal.
Como Filipetto lo explica, “se trata de una rivalidad intelectual marcada por la historia personal de cada uno. Nino, Lenú y Lila tienen una cultura sin pasado, sin tradición. Nino es capaz de cualquier cosa con tal de escalar y conseguir poder, para ello se sirve de la mentira. Lenú tiene un enfoque de lo que significa progresar en la vida más honesto, más valiente, con un punto de ingenuidad; de ahí que trabaje y se esfuerce tanto y elija el camino de la confrontación (en esto se parece a Lila). Lila es una mujer con una extraordinaria inteligencia natural que le ha permitido no solo hacerse a sí misma, sino ver y analizar sus circunstancias con una claridad y una precisión fuera de lo común. En este sentido, las amigas se complementan, son dos caras de una misma moneda, y son sus puntos divergentes los que hacen que se desafíen con el objetivo de mejorar a la otra”.
En la madurez
Esta temporada nos trae una nueva iteración de Lila y Lenú no solo en sus personajes, sino también en las actrices que las interpretan. Margherita Mazzuco, la joven y prometedora actriz quien construyó al personaje de Elena desde la adolescencia (cuando ella misma tenía 16) hasta Elena como una joven adulta, le pasa el manto a Alba Rohrwacher. Alba ha sido parte íntegra del desarrollo del personaje de Elena desde el primer capítulo, ya que ella ha sido quien le ha dado voz a los pensamientos internos de Elena mientras va narrando su historia. Celia comenta que hay una escena que está esperando ver interpretada por Alba:
“Siento curiosidad por ver cómo queda la que cierra el libro, cuando Lenú vuelve de su paseo matinal con su perro labrador y en el buzón de su casa encuentra un paquete mal envuelto con papel de diario. Ese paquete no lleva nota adjunta, ni remitente ni destinatario, pero intuye que es para ella”.
El misterio de la escena que abrió la serie continúa flotando en el fondo de la trama, y permanece la pregunta: ¿por qué desapareció Lila ya a sus sesenta años?, y ¿por qué este evento enoja tanto a Lenú que la incita a romper la promesa que le hizo a Lila de contar toda su historia, desencadenando la serie de eventos que las llevaron hasta ahí? La historia de Lenú y Lila es la de una amistad que abarca más de seis décadas, donde hemos visto una cruda, dolosa, y a la vez preciosa representación de la feminidad en todos sus matices. En esta etapa de madurez, nos iremos acercando más a las respuestas de estas preguntas con la conclusión de My brilliant friend.
* La autora es estudiante de la licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO.
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