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La traición, una mancha que no se quita

En los últimos días, la noticia más sonada en el mercado de fichajes de la liga mx es el posible intercambio entre las Chivas de Guadalajara con las Águilas del América, en el que el rojiblanco Uriel Antuna sería ficha de cambio para la llegada azulcrema de Sebastián Córdova. 

Más allá de lo que han dejado a deber cada uno de los jugadores en sus equipos, en donde han rendido más a nivel de selección, aunque, a decir verdad, ambos han quedado como promesas que no despegan, (y quién sabe si lo harán para sentarse junto a jugadores como Andrés Guardado, Héctor Herrera o Carlos Salcido, entre otros, porque aspirar con estos destellos a Hugo o Rafa sería un insulto a su brillante trayectoria de los más grandes futbolistas mexicanos), el verdadero problema de lo que es un negocio entre Chivas y América es la rivalidad. 

Desde niño escuché a mis mayores hablando de cómo era imposible siquiera pensar en un intercambio entre ambos clubes, de cómo los jugadores tenían valores, respeto por las instituciones, por los colores, y de forma principal, por la afición, que antes se jugaba por la pasión y no tanto por el dinero, pues ir al acérrimo rival de un salto puede costarte mucho al atleta, y el caso más famoso es el del portugués Figo, que saltó del Barcelona al Madrid en los 2000, donde su nombre fue marcado como un traidor, y aún hoy, después de 20 años no se le ha perdonado al lusitano aquella decisión. 

Es claro que comparar a Figo con Córdova o Antuna sería una locura, mientras el primero era uno de los mejores jugadores del mundo, los otros dos no son ni los más importantes para sus equipos, y estas instituciones al buscar este trueque, fragmentarían un poco la rivalidad histórica de los dos más grandes de México, dejarían de lado las palabras del difunto Jorge Vergara, aplastarían ilusiones de jóvenes que les dolerá más algunas partidas, y mancharía por siempre el nombre del futbolista.

 

Al final el futbol es un trabajo, claro está, pero siempre uno tiene valores, diferentes, y en el deporte estos deberían de mantenerse con la afición que está ahí para apoyarlos de forma incondicional. La traición es una mancha que no se quita, ni mucho menos se olvida. 

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