Se acabó el octagonal. Después de 14 partidos en los que la selección mexicana viajó desde Cincinnati hasta Panamá e hizo del Estadio Azteca su fuerte una vez más, los dirigidos por Gerardo Martino consiguieron el boleto con destino a Qatar para disputar, por octavo torneo consecutivo, la Copa del Mundo, que será jugada por primera vez de noviembre a diciembre en este año.
Sin embargo, durante las eliminatorias, rara vez (si es que hubo alguna) se vio a la selección, en pocas palabras, bien.
Aunque el octagonal no fue donde los problemas de juego comenzaron a surgir en el Tri, pudimos ver que, partido a partido, la selección jamás demostró esa confianza y manejo de juego que vimos en las eliminatorias de 2017. El combinado mexicano en el proceso de Gerardo Martino, a pesar de que las estadísticas aparentemente positivas lo mantengan en el banquillo, no ha hecho nada más que preocupar a los aficionados desde que el argentino tomó el mando, con un estilo de juego inestable en el que desperdicia oportunidades de gol (o simplemente no las tienen), no explota la calidad de los jugadores “diferentes” y se complica los partidos con selecciones de nivel inferior y es rebasado por equipos como Canadá y Estados Unidos, que aunque históricamente están por debajo del Tri, han demostrado que con paciencia y procesos bien estructurados, se puede llegar a formar un equipo prometedor.
También, uno de los problemas más grandes de la selección del “Tata” son las convocatorias, que están plagadas de las ya conocidas “vacas sagradas”. Jugadores como Andrés Guardado, Héctor Moreno y Héctor Herrera (quien, a pesar de haber mejorado su nivel en los últimos meses, tuvo una larga racha de actuaciones deplorables) son prácticamente inamovibles en el proceso de Martino, pero la mayoría de sus actuaciones no muestran el peso hegemónico que se supone deberían tener.
Los porteros siguen siendo los mismos 4 mayores de 30 años, y de todas maneras el único que juega es Guillermo Ochoa. Podrán criticarlo todo lo que quieran, pero su titularidad es la única 100% asegurada en Qatar, y por eso mismo, no debería de haber 3 porteros suplentes en sus treintas o rozando los 40, uno o dos de esos lugares bien podrían tomarlos porteros como Carlos Acevedo, Sebastián Jurado, Luis Malagón o David Ochoa que, aunque claramente no tendrían minutos, formar parte de un mundial sería una experiencia enriquecedora para los futuros guardametas de la selección mexicana.
También se sigue convocando a Jesús Gallardo y a “Chaka” Rodríguez, quienes probablemente son los dos jugadores más criticados y abucheados por la afición mexicana cada que se lee su nombre en las listas de convocados. Y no es por mero gusto, ya que ambos jugadores han tenido penosas actuaciones en sus respectivas bandas dentro del campo en cada partido que disputan, y la afición mexicana lo único que puede sentir al ver a este par de laterales en el once inicial es coraje. Y no solo por ellos, ya que es bien sabido que si en algo batalla México es en encontrar la dupla de centrales adecuada. Por un lado, los jóvenes Johan Vázquez y César Montes suena como la dupla que más le agrada a la afición, y aunque Martino ya los juntó en la titularidad, fue hasta los últimos partidos de la eliminatoria, ya que usualmente el lugar de Johan lo ocupaba Héctor Moreno o Néstor Araujo, mientras que el central del Genoa se quedaba en la banca.
Y aunque nos duela, también hay que cuestionarnos el desempeño de nuestro “tridente de lujo”. Hirving Lozano, a pesar de ser el revulsivo de México, no da ese estirón que lo convierta en el referente del equipo, Jesús Corona ha recuperado su forma, pero lo hizo ya muy tarde en el octagonal, y nuestro delantero estrella, Raúl Jiménez, no ha podido volver a ser el mismo desde su lesión en 2020.
Tras dos años llenos de dudas y después del sorteo del mundial, donde México quedó en el grupo C junto a Polonia, Arabia Saudita y Argentina, la afición mexicana espera, como cada cuatro años, trascender en copa del mundo, pero después del octagonal, también espera que alguien—puede ser el Tata, los jugadores, la Federación, da igual—consiga encontrar estilo de juego, orden y jugadores en forma, algo que, conociendo el fútbol mexicano y con el tiempo encima, sería un milagro.
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