“Mi necesidad de vivir bien fue lo que me acercó a Al-Anon”

Irene Algaba, hoy coordinadora de difusión pública de Al-Anon, sufrió los efectos del alcoholismo a través de la experiencia de su papá, y sabe que quienes son familiares de alguien enfermo también necesitan atención y acompañamiento

Sara López

“Yo, desde niña, adolescente y adulta, vivía con los estragos del alcoholismo (…) creía que se podía vivir de otra manera, pero no sabía dónde encontrar esa forma de vivir mejor”, confiesa Irene Algaba Martínez, integrante de Al-Anon, un grupo de autoayuda para familiares o seres queridos de personas alcohólicas.

Vivir esta experiencia la motivó a acercarse al grupo y al hacerlo confirmó lo que había sentido toda su vida: que los seres queridos de una persona con esta enfermedad también sufren sus efectos y, por lo tanto, también deben trabajar para combatirlos.

“Fue mi necesidad de vivir bien”, reflexiona ahora, cuando los años de trabajar en torno a la enfermedad del alcoholismo la llevaron a colaborar con grupos de Al Anon, de los cuales hoy es coordinadora de difusión pública:

“A pesar de que el alcoholismo estaba en su máximo auge en mi familia, yo quería vivir bien, porque no quería repetir en mi matrimonio lo que viví con mis padres (…) Desgraciadamente, los hijos de alcohólicos atraemos a otros alcohólicos”.

Como le ocurrió a Irene, dos de cada tres adultos en México han tenido una historia familiar de combate contra el alcoholismo.

De adulta descubrió que su esposo tenía problemas con el alcohol, y pensó en divorciarse, pues su estado de ánimo dependía de él: si él tenía un buen día, ella también; si él hacía algo, ella se molestaba, y si no lo hacía, también se sentía mal. “Ahí aprendí a vivir mi vida; siento que ya no dependía de la otra persona, de si estaba bien o no”.

Irene hoy reflexiona que esa situación obliga a ayudar tanto al afectado como a sus familiares: “Los alcohólicos sufren la enfermedad del alcoholismo y los familiares sufren las consecuencias. No entendemos al alcohólico, lo juzgamos, lo castigamos”.

Para la ahora integrante de Al Anon, esa reacción ocurre porque las personas ignoran que se trata de una enfermedad y se dejan llevar por la ira, el resentimiento, la frustración y el incumplimiento de las promesas de quien tiene problemas con su consumo de alcohol.

“Para mí, eso logró ayudarlo a él, al hacerle saber que estaba enfermo y que necesitaba ayuda. Eso lo impulsó a unirse a un grupo de autoayuda. Aprendí a aceptarlo como realmente era, con sus defectos y sus virtudes”.

Además, comenta que, desde que empezó a asistir a ese grupo y recibió la ayuda que necesitaba, es más feliz. Antes vivía para los demás, pero aprendió a ponerse como prioridad, dándose cuenta de que, si ella estaba bien, los demás también lo estarían.

“Es una ambivalencia”, responde cuando se le pregunta sobre las emociones que pueden experimentar los familiares.

 “En mi casa hubo violencia por parte de ambos, mamá y papá. Pero yo me sentía culpable de lo que pasaba. Mi mamá reaccionaba de manera airada, enojada, y yo sentía que era mi responsabilidad, que yo era la culpable, que no estaba haciendo las cosas bien, y por eso mi papá tomaba. Pero después de sufrir esos estragos y la violencia, yo decía: ‘Ay, no, que se muera.’ Pero luego me sentía mal. ¿Cómo se va a morir, si es mi papá o mi mamá? No, o sea: los amas, pero los odias”.

Irene menciona que trabaja en Al-Anon por gratitud. Aunque es un trabajo no remunerado, siente una gran satisfacción al poder ayudar a otros, así como ella le ayudaron a cambiar su vida.

Si necesitas ayuda o quieres más información acerca de este grupo de autoapoyo, puedes contactarte al número 33-3614-0904 o visitar su sitio web: https://alanon.mx

* La autora es estudiante de la licenciatura en Periodismo y Comunicación Pública del ITESO.

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